El base del Sant Lluís actúa como refuerzo en la plantilla del Hestia Menorca y ayuda en los entrenamientos.

La ilusión que destila Cice Mercadal, a sus 25 años, es brutal. No porque haya llegado a su cima baloncestística sino porque se siente un “privilegiado”. Su situación es atípica ya que juega en el CCE Sant Lluís de Primera Balear y completa los entrenamientos con el Hestia Menorca. Un cúmulo de circunstancias que él admite que le apasionan y que podrían haber no llegado nunca si su primer entrenador, el de fútbol, no hubiese “gritado demasiado”. Esta es su historia.

¿Cómo llegas al baloncesto?
De pequeño, a los 6 años, jugaba al fútbol pero el entrenador gritaba mucho así que todo el grupo de amigos decidimos jugar al baloncesto en La Salle, donde estudiaba.

Del patio de colegio hasta el Pavelló Menorca, ¿qué te ha aportado este deporte?
Muchísimas cosas pero las más importantes son la amistad y los valores para afrontar diferentes situaciones que te vas encontrando a lo largo de la vida. Y más cosas.

Tras estar vinculado al Menorca Bàsquet, ¿te imaginabas un proyecto como este?
No… Cuando acabó la etapa del Menorca Bàsquet ya miraba el baloncesto de otra forma. Era pura diversión y el actual proyecto me pilló jugando en Sant Lluís con un grupo humano fantástico que ha sido capaz de lograr todo lo que ha logrado.

La gente se puede sorprender de no verte en el banquillo pero saber que estás en el equipo. ¿Cuál es tu papel?
Yo ayudo en todo lo que puedo, en lo que está entre mis manos. El director deportivo del club, Miki Ortiz, me llamó un día y me pidió si quería formar parte del equipo ayudando en los entrenamientos. Venía de estar 2 años parado tras romperme un pie y sabía que no estaba al nivel de baloncesto ni físico para poder jugar. Me lo tomé como un retorno y un gran privilegio de poderlo hacer rodeado de tanto nivel.

¿Cómo vives el día a día?
Me lo planteo como que soy el aficionado más afortunado del club, soy fan de todos ellos, de todos los jugadores, y lo seré siempre que pueda, y encima me aceptan dentro del grupo y les puedo ayudar, es un honor. Es un privilegio, un premio que disfruto cada día y donde lo intento hacer lo mejor posible.

Entre tus respuestas se destila mucha ilusión, como seguro la puede haber entre los y las jóvenes que animan en la grada al equipo y a los que les gustaría llegar lo más alto posible. ¿Qué le dirías?
Desde mi humilde experiencia, que disfruten jugando. Muchas veces estoy entrenando y la situación es difícil pero estoy aquí porque me hace ilusión. El punto diferencial que pongo es la ilusión y las ganas, no voy a mejorar la calidad de los jugadores que hay, pero lo doy todo para ayudarles en su trabajo.